La Página de Bedri
Relatos prohibidos Noche de fiesta en un hotel
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Llevaba poco tiempo en aquella empresa cuando el equipo con el que estaba trabajando tenía que asistir a una conferencia de promoción. Por diversas razones, ninguno de los miembros más veteranos del personal pudo asistir, ya que significaba pasar la noche lejos de casa, por lo que mi jefa Sara y yo fuimos los delegados. Llegamos al hotel un poco antes de la hora de la cena y tras ir a nuestras habitaciones a ducharnos y cambiarnos de ropa acordamos reunirnos en el bar. Llegué el primero y Sara llegó solo un par de minutos más tarde. ― Me siento mejor, es cómo si me hubiera quitado la mugre de días ―declaró mientras se sentaba. Al empezar a hablar de la conferencia dijo― Estos eventos siempre son complicados ya que todos los demás parecen tener compromisos ―explicó. Discutimos los planes para la conferencia del próximo día y acordamos nuestra estrategia. Sara me mostró su agradecimiento por acompañarla. Luego, después de una decena de minutos de conversación declaró― ¡Bien, no más trabajo hasta mañana! ―Estuve de acuerdo. Luego charlamos sobre generalidades, y ocupamos el tiempo hasta la hora de cenar. Pese a que Sara era mi jefa, mantuvimos una relación muy relajada, más como compañeros, por lo que la conversación fue amigable ― Necesito hacer una llamada a casa más tarde, para ver que todos están bien ―me informó. Ya sabía que estaba divorciada, pero ahora vivía con una pareja y tenía dos hijas de su matrimonio. ― Bien ―le dije― cuando lo tengas que hacer. ―Oh, todavía no, creo que es hora de otra copa de vino Ella trajo las copas y mientras se sentaba hizo una mueca ― ¡Ay! ― ¿Qué pasa? ―pregunté. ― Tengo una punzada en el hombro, creo que lastimé un músculo moviendo algunos muebles el otro día. ― Parece que necesitas un masaje. ― Puede que sea buena idea. ― Solo un minuto ―dijo mientras me levantaba. Cuando volvió un par de minutos después, exclamó― Bueno, solo es una buena idea. Me explicó que dado cuenta de que el hotel tenía un gimnasio, y controlados con la recepción si tenían una masajista, la mala noticia era que acababan de cerrar. ― Si te interesa, tengo una crema con analgésico en mi habitación, sé que no es mucho pero te ayudará con el dolor. ― Gracias de todos modos, eres muy amable, pero me las arreglaré. ― No pasa nada, solo me llevará un minuto, y te garantizo que funcionará. ―Si ayuda eso sería bueno, que es bastante doloroso ―Accedió finalmente. Subí a mi habitación y volví en unos minutos. Cuando me senté y le ofrecí la crema, me dijo― Muchas gracias por tu amabilidad, pero me temo que tu viaje fue en vano. ― ¿Ya te ha pasado el dolor? ―No desafortunadamente ―ella se rió― pero mientras tú te fuiste intenté alcanzar el lugar y no pude poner mi mano sobre él así que no podré aplicarme la crema. ― Es una pena, estoy seguro de que hubiera aliviado ― respondí. Luego, cuando ella estiró el brazo para alcanzar su copa, se estremeció. ― ¿Tanto ese el dolor? ― Le pregunté. ― ¡Oh, sí! Especialmente cuando estiro el brazo. ― ¿Estarás bien para mañana? ― Me las arreglaré. Después de unos momentos de vacilación, le dije ―Mira, no tomes esto a mal, no es nada más que una oferta para ayudar a una compañera en apuros, pero si no se puede llegar, siempre te podía aplicar yo la crema. Y mañana ir al masajista o intentar mejorar algo mañana con un parche para el dolor. Sara estaba claramente dubitativa― Está bien, estoy segura de que algo haré ―dijo mientras gruñía de dolor de nuevo mientras dejaba el vaso sobre la mesa. ― Mira, estás claramente dolorida, solo llevará cinco minutos. ― No estoy segura, estoy tentada de intentarlo pero… ―Mira, es solo un compañero de trabajo que ayuda a otro que lo necesita, sin problemas, y ya no lo mencionaré más ―Dije guardando el tubo de crema. ― Supongo que vale la pena intentarlo. De acuerdo, pero aquí no, tendremos que ir a mi habitación. Pero ni una palabra a nadie. Nos levantamos y fuimos a la habitación de Sara. Al entrar, los dos nos quedamos un poco incómodos. ― Muy bien ¿Dónde es el dolor? ―Le pregunté. ― Al lado del omóplato ―me informó. ― Bueno, me temo que vas a tener que exponerlo para que pueda ponerte la crema. ― ¡Vaya! No había pensado en eso, quizás no deberíamos molestarnos. ― No seas tonta, es solo tu hombro al que debo llegar. Solo necesitas deshacer unos botones... ―Luego miré y vi Sara llevaba puesta una camiseta suelta y una falda negra que llegaba hasta la mitad del muslo, sobre unas gruesas medias negras― Ah, entiendo a qué te refieres. Bueno, es tu decisión. ― ¿Prometes no decir nada sobre esto? ― Por supuesto ―Dije. ―Bien, date la vuelta ― Me ordenó y obedecí. ―Ya puedes volverte. Sara se había quitado la camiseta quedándose solo con el sujetador. Por primera vez la miré y su cuerpo era incluso mejor de lo que había imaginado. Delgada con el cuerpo bien formado por el deporte definitivamente tenía curvas. Pero su régimen de ejercicios significaba que no había exceso de grasa. Yo solo veía una espalda firme y bien formada y unas largas piernas. ― ¿Cómo vamos a hacer esto? ―Le pregunté. ― ¿Qué quieres decir? ― Bueno, no creo que pueda masajearte correctamente estando de pie, podríamos probar sentándote en una silla o acostándote sobre la cama. ― Después de un momento de vacilación, accedió a acostarse en la cama. ― ¿Tienes alguna crema para el cuerpo? ― Le pregunté. ― ¿Para qué? ― Simplemente facilitará la aplicación de la pomada. ― Solo tengo aceite para bebé. ― Mucho mejor. Fui en el baño, Cogí el aceite y me senté junto a ella en la cama. Identificamos el área del dolor, justo alrededor del centro de su espalda, entre los hombros. Rocié un poco de crema y aceite en mi mano y comencé a aplicarlo en su hombro. ― ¿Te importa si simplemente aparto los tirantes un poco? ―me preguntó― no quiero aceite o crema en el sujetador. ― Sí, claro, está bien. Aparte ambas correas por sus brazos, un poco fuera del área del dolor y luego comencé a dar masajes a la crema. ―Oh, sí, justo ahí ―Me indicó ella cuando pasé la mano por el lugar donde tenía el dolor. De manera distraída, puse ambas manos a trabajar, una en cada hombro. Trabajé en la crema y el aceite durante unos cinco minutos antes de preguntar si notaba mejoría Sara se sentó y giró su brazo. ―Tienes razón, funciona ―Y luego puso un gesto. ― ¿Algo va mal? ―Todavía tengo dolor, pero justo debajo del omóplato. ― ¿Más crema? ― No, está bien, lo que hiciste realmente me ayudó. ― Pero si todavía tienes dolor... ― No, es demasiado pedir, gracias de todos modos. ― No seas tonta, solo llevará unos minutos y no vamos a cenar por una hora o más. Yo no tengo nada que hacer, ― Bueno, si estás seguro ― Dijo suspirando mientras se recostaba nuevamente. Tenía el dolor justo bajo la correa trasera del sujetador― Tendré que deshacer esto para no manchártelo con crema ―le informé. ― De acuerdo, hazlo si lo ves necesario. Solté el sujetador, le apliqué crema y aceite y comencé a masajearlo desde el cuello hasta la mitad de su espalda. ― Mmm… ―Suspiró Sara― eres muy bueno en esto, es muy relajante y el dolor parece irse. Continué el masaje pero ahora cubriendo la mitad de su espalda desde el hombro. El aceite hacía que mis dedos se deslizaran sobre su piel, lo mantuve así por unos diez minutos. Sara dejaba escapar frecuentes suspiros de placer. ― ¿Mejor? ―Le pregunté. ― Mmm..., realmente me siento bien―Reconoció. ― Podría hacer también tu espalda baja si quieres. ― ¡Oh, sí! eso estaría bien. Comencé a masajearla de hombro a cintura, Sara soltaba algún ocasional suspiro que indicaba que le estaba haciendo un buen trabajo. Podía notar, por la sensación debajo de mis dedos que estaba bien relajada. Después de varios minutos pregunté― ¿Algún otro dolor? ― ¡Oh no! Está bien así, ha sido fantástico. ― No seas tonta, me gusta dar y recibir masajes y todavía tengo crema en las manos. ― ¿Estás seguro de que no te importa? ― No es ningún problema ―Aclaré. ― Bueno, forcé mi pantorrilla corriendo anoche y tengo alguna molestia ―Dijo señalando su pantorrilla izquierda. ― Bueno, no puedo frotar la crema a través de tus medias. ― ¡Oh, dios, sí! bueno, no importa. ― No seas tonta, quítatelas, iré y traeré una toalla para cubrirte. Antes de que ella dijera nada fui rápidamente al y le traje una toalla. Me puse de espaldas a ella y dije― Avísame cuando estés lista. ― Ahora estoy visible. Me giré lo que vi me sorprendió gratamente. Sara estaba sobre la cama y se había quitado por completo el sujetador y estaba con solo la falda corta cubriendo su trasero. Ella no había usado la toalla y yacía extendida con sus largas piernas sobre la cama. La vista era impactante y noté como mi pene empezaba a abultar dentro del pantalón. Me senté a su lado y cuando iba a comenzar el masaje sonó amortiguado su móvil. Sara medio se levantó de la cama y luego se dio cuenta de que estaba sin sujetador y le dio apuro. ―Tengo que responder, es de casa ¿Puedes acercarme el bolso? Para el momento en que pasé la bolsa y ella encontró su teléfono, habían colgado― Tengo que llamar. ― ¿Quieres que me vaya? ―Le pregunté. ― No, no es necesario pero por favor cállate ―suplicó. Antes de marcar volvió a sonar su teléfono y Sara respondió. Era claramente su compañero. La conversación inicial fue interesante, mintió convincentemente. Dijo que estaba en su habitación, trabajando en las notas para el día siguiente. También dijo que estaba frustrada porque no había wifi en la habitación. Luego supuse que se estaba hablando de mí, diciendo lo útil que había ido a ver a algunos amigos. Mientras ella continuaba la conversación, acerqué una silla al extremo de la cama y me senté. No pude ver ninguna razón para no hacerlo, así que puse crema y aceite en la mano y pasé mi mano por su pantorrilla para reanudar el masaje. Sara soltó un grito y apartó su pierna de mi mano y se volvió para mirarme― ¿Qué estás haciendo? ―dijo ella. Luego dijo a su compañero que había derramado su bebida― Gracias a Dios que no fue en mis papeles ―mintió Sara que se relajó bajando la pierna y continuó su conversación. Continué con el masaje. Cuando levanté la vista noté que al separar su pierna de mi mano, ella había extendido sus piernas dejando una pequeña distancia de separación entre ellas. Desde mi posición, miré sus largas piernas y pude ver por debajo de su falda lo que debía ser algún tipo de ropa interior suelta. Estaba intrigado. Mientras continuaba con el masaje, Sara hablaba con sus hijas. Aceité nuevamente las manos y luego comencé a frotar ambas pantorrillas al mismo tiempo. Sara dejó escapar un pequeño suspiro. Tomé eso como una señal así que continué, trabajando lentamente hasta ponerme de rodillas. Cuando mis manos se movieron justo por encima de sus rodillas, soltó un pequeño murmullo y me miró pero no intentó alejarse, así que continué. Mis manos fueron subiendo por sus muslos. Tuve que ajustar mi posición, así que me arrodillé entre sus piernas y las abrí un poco más. Ahora podía ver un poco de su ropa interior. Mis manos ahora se movían arriba y abajo de sus muslos y mientras subía, levanté la falda hacia arriba con la esperanza de que Sara no se diera cuenta. Si lo hacía, no dijo nada. Me afané en la tarea cuando las puntas de mis dedos se deslizaron bajo la tela suelta de lo que supuse que era una especie de bragas amplias y sueltas y le rocé la parte inferior de las nalgas de su firme trasero. Sara salió un chillido y les explicó a sus hijas que habían caído sus papeles. Se giró y frunció el ceño justo cuando terminó su llamada― ¿Qué estabas haciendo? ―Preguntó con firmeza ― Perdón, pensé que estabas disfrutando del masaje. ― Lo estaba pero creo que fuiste demasiado lejos. ―Me dejé llevar ―Mentí― estaba muy concentrado. ― Casi grité para que te detuvieras, tuve que morderme la lengua para no dejar que se me escapara algo. ― ¡Oh, lo siento! creo que te las arreglaste muy bien, no creo que nadie se enterara de lo que estaba pasando. ― Espero que así sea ―contestó ella seriamente pero no convincentemente― Creo que ya has hecho suficiente. ― ¿Qué tal un masaje en los pies para compensarte? queda tiempo hasta la cena. ― No es eso, es… ―Sara hizo una pausa, mientras le pasaba una mano grasosa sobre las plantas de sus pies―Mmm..... no, no deberías…―Hizo una pausa de nuevo. Mientras le frotaba los talones y las plantas de los pies, le pregunté― ¿Estás segura de que quieres que me detenga? ― Vale solo por poco más de tiempo entonces. Puse más aceite en sus pies frotándolos por todas partes y a través de sus dedos de los pies. Sara se había relajado nuevamente y claramente disfrutaba de mi trabajo. Sus piernas aún estaban un poco separadas y su falda, que yo secretamente había movido, apenas cubría su trasero, así que tenía una visión clara de las piernas y de su ropa interior. ― ¿Podrías voltearse para poder mejorar tus dedos de los pies? ―Pregunté. Solo puedo suponer que Sara estaba absorta en el masaje mientras rodaba tranquilamente sobre su espalda. Sus pequeños pechos desnudos estaban ahora a plena vista. Y era difícil concentrarse en sus pies cuando estaba mirando un par de tetas sorprendentemente firmes con areola oscura y pezones del tamaño de la punta de mi dedo meñique. Dentro de mi pantalón comenzaba a haber problemas. Rápidamente trabajé sobre los dedos de los pies para no darle tiempo a darse cuenta de su error. Manteniendo la atención en un pie logré exprimir un poco de aceite en la otra mano y trabajé en una espinilla y luego tuve ambas manos corriendo desde el tobillo hasta las espinillas en ambas piernas. Tuve que moverme más hacia la cama y con un masaje sutil la hice separar las piernas un poco más. Manteniendo la cabeza baja, ahora podía verle un brote de vello púbico por debajo de la holgada pernera. Me puse una y otra vez sobre sus rodillas y comencé a apoyar sus muslos. Largos trazos lentos desde la rodilla hasta justo debajo de su ropa interior. Mientras me inclinaba un poco hacia delante, mi cabeza estaba cerca de su entrepierna y ahora recibía una sugerencia tentadora de olor femenino y una mirada a la entrepierna de su ropa interior mostraba una ligera mancha húmeda. Estaba claro que Sara estaba excitada, pero no estaba seguro de cuánto y de hasta dónde me dejaría ir. Continué frotando casi hasta la parte superior de sus muslos. Sara suspiró y sentí sus muslos apretarse mientras mis manos se movían hacia arriba. Continué el masaje con una mano y deslice un dedo de la otra debajo de la ropa interior y toqué su sexo. Sara se incorporó con una sacudida― ¡No, no debes…! Luego, al darse cuenta de que tenía los pechos desnudos se los cubrió con las manos. ― ¡Oh, Dios mío! ¿Qué está pasando? Todavía tengo la mano bajo la tela sedosa de su ropa interior tocando sus labios húmedos cuando le digo― Solo dando un placer obvio ―dije moviendo ahora un dedo arriba y abajo de sus labios Ella se debatió entre soltar sus pechos y apartar mi mano. Trató de sujetar sus piernas, pero solo logró bloquear mi mano en aquel lugar. ― Por favor, para, no debes… no podemos hacer esto, hemos ido demasiado lejos. Moví de nuevo mis dedos sobre su coño mojado para enfatizar mi argumento― Estabas claramente disfrutando de lo que estaba haciendo, así que ¿Por qué no acabo de darte un placer adicional? ― Lo estaba pero..., no, no podemos estar equivocados, es... ―Tartamudeó yo me las arreglé para meter un dedo dentro. ― ¿Estás segura? ― Le pregunté mientras mi pulgar encontraba su clítoris y lo frotaba. ― Sí, estoy… no, no podemos... Ohhh… ―nuevamente un suspiro de placer. ― Solo te recuestas y me permites ocuparme de esa incomodidad ―sugerí mientras le ponía una mano en el hombro y la empujaba suavemente hacia la cama. Se recostó sin ningún otro reparo y sus manos se apartaron de sus senos cayendo a sus costados. Con mi mano entre sus piernas trabajé con dos dedos dentro de ella mientras mi pulgar seguía jugando con su clítoris. ― Realmente no deberíamos estar haciendo esto... ―gimió poco convincente. ― Lo sé, pero se siente bien ¿no? ― ¡Oh! sí, absolutamente… Entonces separó las piernas un poco más doblando una rodilla para darme más y mejor acceso. Ahora podía ver claramente como sus bragas sueltas me daban una vista sin obstrucciones, podía ver que tenía el pubis ligeramente recortado. Continuaba la acción con mis dedos que ahora se deslizaban fácilmente dentro debido a la cantidad de lubricación que ella estaba liberando y con mi pulgar frotando su clítoris Me abrí paso por la cama hasta que pude arrodillarme en la posición correcta. Al inclinarme hacia delante, lamí uno de sus pezones, que pareció crecer tan pronto como mi lengua lo tocó. Sara bajó mi cabeza sobre su pecho con sus manos. ― ¡Oh, sí, chúpalo, chúpalo! Ahhh… ―suspiró. Me llevé el pezón a la boca y lo chupé con fuerza. Pensé en mí placer mientras chupaba la yema tiesa y luego trabajaba en la otra. Estaba disfrutando tanto como Sara chupando cada pezón por turno Sara ahora estaba claramente excitada, estaba bastante claro por los movimientos de su cuerpo y por los gemidos que emitía, que mis dedos y mi boca la estaban llevando al orgasmo. Finalmente gritó― ¡Oh si! Sí, Mmm… chupa más fuerte, más fuerte, ¡Oh sí! ¡Oh joder! ¡Joder! ¡Joder! ya estoy llegando, me corro… Su cuerpo se puso rígido, ella sostuvo mi cabeza contra su pecho mientras su cuerpo temblaba con un poderoso orgasmo. . Reduje la velocidad todas mis acciones mientras ella se derrumbaba. Su lenguaje durante el orgasmo fue una verdadera sorpresa. Sara era normalmente muy remilgada en el trabajo. En los meses que la conocía nunca le había oído ni una sola palabra malsonante. Esta nueva Sara era una mujer realmente caliente cuando estaba encendida. Me lamí los dedos, mientras ella recuperaba el aliento― Delicioso. Ahora se sentía nuevamente insegura y movió sus manos para cubrir sus pechos. ― ¿Qué he hecho? ―Preguntó ansiosamente. ― No creo que hayas hecho nada, creo que hice todo el trabajo ―le aseguré. ― Sabes a qué me refiero, no debería haberte dejado, esto está muy mal. ― ¿Pero no lo has disfrutado? ― Sabes que lo hice, pero... ― Antes dije que era solo un compañero de trabajo que ayuda a otro que lo necesita. ― Eso no es exactamente de lo que estábamos hablando en ese momento ―Interrumpió Sara― creo que será mejor que te vayas. Con suavidad acaricié su estómago con los dedos, ella apartó mi mano, pero al hacerlo descubrió un seno. Le pasé un dedo por el pezón expuesto que reacción endureciéndose. ― ¿Estás segura? ―La reté. Se cubrió el pecho otra vez― Detente por favor ―Dijo asustada. ― ¿Tienes miedo de que puedas disfrutar si lo hacemos más? ― No podemos hacer nada más. Estoy en una relación sentimental y no la pondré en riesgo. ― No te pido que lo hagas, todo lo que quiero hacer es darte un poco de placer ―Insistí. ― No me digas eso, solo quieres tener sexo conmigo y puedo asegurarte que eso no va a suceder. ―Si te refieres a las relaciones sexuales, está bien. Recuerda, también estoy en una relación que no quiero poner en peligro tampoco. Pero eso no me detiene porque quiero hacerte sentir bien, y de esa manera ninguno de nosotros pone nuestras relaciones en riesgo, y no hace falta decir que queda solo entre nosotros. ― ¿Qué quieres decir con eso? ― Bueno, hay otras cosas que puedo hacer que creo que te gustarán. ― ¿Cómo que cosas? ―Preguntó ella. ― Bueno, si me lo permites te lo mostraré ―Claramente desperté su curiosidad― Simplemente relájate y te mostraré. Comencé a pasar las manos por sus caderas y le dije señalando la falda― creo que debes dejar que te la quite. ―No estoy segura ―suspiró vacilante. ― Oh vamos, sabes que te gustó antes, y te prometo que puedo hacerlo aún mejor. ¡Y sin penetración! Sara levantó sus caderas y bajé la falda por sus piernas. Ahora podía ver en todo su esplendor el objeto de mi fascinación. Llevaba ropa interior de satén, o de seda, más bien como pantalones cortos holgados, sin elástico alrededor de la pierna, por lo que mi mano podría deslizarse fácilmente por los lados. ― Y estos ―sugerí. Otra vez levantó su trasero y le quité las bragas. Totalmente desnuda pude ver que tenía recortado el vello púbico oscuro que cubría su sexo. Me moví y me coloqué arrodillado entre sus pies y me coloqué sobre ella. Mientras mi boca se movía hacia su coño expuesto, ella gritó― ¿Vas a...? Oh, tú eres, ¡Oh no!, Dios, sí, sí... Me conecté con su sexo. Mi lengua lamió la inundación de jugo que ella ya estaba liberando. Intenté y chupé una corriente de su savia femenina. Con sus rodillas separadas, Sara se balanceaba al ritmo de mi movimiento oral. Sus manos ahora agarraron la parte posterior de mi cabeza empujándome más fuerte contra su coño. Mi lengua buscó en su coño cada gota de jugo que pude encontrar. Estiré mis manos para ajustar sus pezones y lamí, chupé y mordí su coño chorreante. En solo dos o tres minutos, Sara aulló. Con mi cabeza entre sus piernas no pude distinguir su llanto ahogado― ¡Oh, sí!... Oh Dios. Oh mierda, no pares sí... sí ... Oh jódeme, oh, mierda, mierda, jódeme... El flujo de jugo aumentó a medida que ella se corría. Absorbí todo lo que salía, tratando de atrapar cada gota de su néctar. Finalmente Sara me suplicó que me detuviera. Salí de entre sus piernas y me senté en la cama mientras le acariciaba el estómago distraídamente ¡Oh, Dios mío, eso fue jodidamente increíble! ―exclamó. ―Te dije que sería mejor ―le recordé. ― Nunca antes había hecho esto. ― ¿No? ― Ha sido increíble, un orgasmo tan poderoso… fue… ¡Oh dios mío! ―Estoy complacido de haber sido de servicio ―bromeé. ― ¿Pero, y tú? ahora me siento un poco culpable ―confesó ella. ― ¿Qué es un par de orgasmos entre amigos? ―me reí. ― Tres en realidad, me vine dos veces y tuve un pequeño orgasmo en cuanto comenzaste ―me dijo sonriendo― Y como dije, acerca de ti… ― ¿Qué pasa conmigo? ― Bueno, no has tenido... ya sabes. Supongo que podría hacerte algo con la mano si quisieras, me parece justo. ― Bueno, eso sería bueno, pero solo si quieres. ― Después de lo que hiciste, parece que lo menos que puedo hacer. Me quité rápidamente toda la ropa exponiendo mi dolorosa erección. ― Acuéstate aquí ―dijo señalando la cama a su lado. Sara se volvió de lado para mirarme, luego su mano se movió rápidamente hacia mi polla y la acarició tiernamente de la base a la punta, luego su mano se cerró alrededor y comenzó a masturbarme lentamente. Mientras frotaba mi polla, acaricié sus duros pezones. ― ¿Así bien? ―preguntó. ― Maravilloso ―le respondí. ― ¿Te gustaría que...? ya sabes ― ¿Chuparla? ― Solo si tú también quieres. Cambió de posición y sentí que su pelo se rozaba mi estómago mientras su cabeza se movía sobre mi ingle. Entonces sus labios se abrieron y sentí la húmeda calidez de su boca mientras cubría mi polla. Las acciones de Sara fueron lentas y deliberadas. Solo se metió un poco en la boca pero todavía era una buena mamada. De mala gana, alargué la mano y le dije― No, no está bien. Es genial, pero pensé que podríamos obtener un poco de más placer si quisieras. ― ¿Qué quieres decir? ― Podemos hacerlo el uno al otro si quieres. ― ¡Oh! eso suena mejor. ¿Qué tenemos que hacer? Me sorprendió y su falta de conocimiento, pero se lo expliqué. La puse en posición sobre mí, sus piernas a cada lado de mi cabeza y la guié hacia atrás. Pronto entendió la idea y pronto estábamos trabajando el uno en el sexo del otro. Sus jugos volvían a gotear por mi ansiosa garganta mientras su cabeza se balanceaba arriba y abajo sobre mi polla. Moví mis manos alrededor y le cogí las nalgas de su trasero y luego moví un dedo sobre el anillo arrugado de su ano. Sara se sacudió, y mi dedo se deslizó hasta la primera articulación. Ahora había dejado de chupar y podía decir que solo estaba descansando su boca en mi polla y presionó su coño en mi cara. Retorciéndose contra mí, la escuché aullar mientras otro orgasmo sacudía su cuerpo. Entonces, de repente, rodó sobre mí y se sentó a horcajadas sobre mis caderas. Al bajar, agarró mi polla y apuntó a su coño húmedo y me aplastó hasta que pelvis se encontraron. ― Ahhh... esto es mejor ― dijo suspirando. ― ¿Pero qué hay de lo que dijiste antes? ―Pregunté con preocupación― ¿Estás segura de esto? ― ¡Oh, mierda! sí, me has puesto tan jodidamente caliente, que nada más servirá. ¿Es que no quieres hacerlo? ―preguntó con un toque de incredulidad en su voz. ― ¡Claro que quiero! ― Entonces vamos a joder antes de que cambie de opinión ―Dijo sensualmente Sara. Apoyando sus manos sobre mi pecho se levantó y se bajó sobre mi polla dispuesta. . Me jodió con movimientos largos y lentos arriba y abajo a lo largo de toda mi polla. Levanté mis caderas empujando hacia arriba mientras empujaba hacia abajo, podía sentir su cuello uterino mientras mi polla empujaba muy dentro de ella. En un momento ella se inclinó hacia atrás para poder ver mi polla reluciente deslizándose hacia adentro y afuera, con sus jugos literalmente corriendo sobre mis bolas. Luego se inclinó hacia adelante para poder chuparle cada uno de sus duros pezones a su vez mientras ella continuaba follándome. Arrollando a ella, trepé entre sus piernas mientras agarraba mi polla y me guiaba hacia adentro. Su húmedo coño parecía absorberme y empujé profundamente con mis bolas golpeando contra su trasero. Con movimientos largos y lentos, me cogí su coño. ― Oh, sí, eso es, lléname ―susurró. Ella envolvió sus piernas alrededor de las mías, levantó sus rodillas para hacerme más profunda la penetración. La saqué casi toda y luego empujé profundamente en su coño. Levanté sus piernas aún más, enganchándolas sobre mis hombros para una penetración aún más profunda. ― Oh, mierda, oh, te la noto muy dentro ―gruño. Aumenté mi ritmo, embistiendo mi polla con fuerza, mis bolas golpeando contra su trasero en cada golpe descendente. ― Oh, mierda, creo que voy a volver a correr ―Gritó. ― Yo también―le dije. ―Rápido déjame ponerme encima. Volvimos a rodar sin desconectarnos y ella pareció volverse loca. Agarré su trasero y le acaricié el ano con el dedo haciéndole cosquillas, esto pareció hacerla inclinarse hacia delante. Rebotando arriba y abajo y chocando nuestros huesos pélvicos, como si estuviera poseída, tuve esa sensación familiar cuando se acercó mi propio orgasmo. Me levanté con fuerza y mi polla explotó, entregando un tiro tras otro de esperma caliente profundamente en su cuello uterino, ― ¡Oh sí! ¡Sí! ―gruñí. Pero Sara era más expresiva― Oh, mierda, sí, sí, oh mierda, puedo sentirlo, puedo sentir que llenas mi coño. Y se estrelló con fuerza contra mí una última vez empujando mi pene dentro de ella. Finalmente, sin aliento, se inclinó en mi pecho. Los músculos de su coño todavía se estremecían y se contraían alrededor de mi pene, drenándome las últimas gotas de jugo. ― Esto fue increíble ―jadeó. ― Parecías disfrutarlo ―le contesté― Al menos por la forma en que te expresaste. ― Oh demonios, fue tu culpa por todas esas cosas que me hiciste. Nunca he usado esas palabras antes. Fue la primera vez que alguien tiene... ¡ya sabes! Fue increíble, no puedo creer cuántos orgasmos he tenido. ¿Oye, no te molesta el sabor? ―Diablos, no, te pagaría para obtener un poco de ese néctar. Sara se movió un poco― Creo que es mejor ducharme, creo que estoy goteando ― ¿Quieres que te limpie? ―Le pregunté. ― ¿Harías eso? ―Preguntó con incredulidad. ― Dame la oportunidad de probar ese delicioso coño tuyo. ― ¿Incluso con…? ― ¡Si…! ― ¡Cómeme! ―dijo mientras se arrastraba por la cama dejando un rastro de jugo en mi pecho. Hice que se sentara sobre mí, y agarrándose a la cabecera, bajó su coño a mi boca, lamí y chupé ambos jugos de su cuerpo. Solo tardó un minuto antes de que llegara al clímax una vez más y luego rodó para quedar a mi lado. Levanté la cabeza para darle un beso húmedo y metí mi lengua en su boca compartiendo los jugos que había guardado. ― ¡Oh, dios…! ―dijo ella mientras separábamos nuestras bocas― Supongo que eso fue tuyo y mío. ― ¡Claro! Supongo que es bastante erótico, cuando lo pienso. Mis manos estaban ocupadas jugando con sus pechos pequeños y sus pezones duros mientras recobrábamos el aliento. ― Creo que deberíamos vestirnos para cenar ―dijo después de unos minutos. ― Creo que tal vez la ducha estaría bien ― sugerí― a menos que quieras que todos en el restaurante supieran lo que hemos estado haciendo. ― ¿Qué quieres decir con eso? ― Bueno, supongo que apestamos a sexo. ― ¡Oh, Dios mío! tendré que asegurarme de que me limpio bien, no puedo darme el lujo de tener este olor cuando llegue a casa. ― ¡Relájate! una ducha rápida y volverás a tener ese olor dulce pero no estoy tan seguro de esto ―Extendí la mano hacia la cama y le sostuve las bragas aún empapadas. ― De acurdo, las enjuagaré en la ducha, estarán secas por la mañana. ― ¿Te importa si me ducho aquí? Solo tengo un repuesto de ropa para mañana. ― Muy bien, de acuerdo ¿Quién es el primero? ― Vas tu ―Sugerí. Esperé a oír el ruido del agua, esperé unos segundos y luego la seguí al baño. Era una cabina de ducha de buen tamaño ― ¿Quieres que te lave la espalda? ―le pregunté. ― ¡Oh! ¿Qué...? No, lo sé… Entré en la ducha de todos modos. Le quité la esponja y le agregué gel, y comencé a enjabonarla. Luego bajé por sus piernas, arrodillándome hasta que llegó el jabón hasta sus pies. Sara se inclinó para sostenerse, sus piernas se extendieron un poco en busca de apoyo contra mi frotamiento mientras le enjabonaba todo el camino hasta el interior de sus muslos. Luego, me puse de pie detrás de ella y le enjaboné y acaricié los pechos para excitarla nuevamente. Ella empujó su culo contra mí mientras deslizaba una mano entre sus piernas. ― ¡Oh, mierda, no otra vez! ―suspiró. Mi polla estaba dura otra vez y ella y la guió hacia su coño por entre sus piernas. Yo empujaba hacia adelante bajo el agua mientras ella empujaba hacia atrás mientras sostenía una cadera y con la otra mano masajeaba su suave pecho, preparando su duro pezón para otra cogida más que satisfactoria. Sara se vino una vez más, lamentablemente yo no me corrí, pero aún disfrutaba de las contracciones de su coño en mi polla. De mala gana nos separamos, para ducharnos correctamente. Nos vestimos y bajamos a cenar. Afortunadamente encontramos un rincón tranquilo y pudimos conversar sin ser escuchados. Sara estaba claramente un poco incómoda porque trataba de racionalizar lo que habíamos hecho. ― Me siento tan culpable ―susurró. ― ¿Por qué…? ― Lo sabes, no puedo creer lo que hicimos. ― ¿No lo disfrutaste? ―le pregunté. ― Sabes que lo disfrute, y mucho, pero eso no es el problema, no sé cómo me voy a enfrentar a mi pareja cuando llegue a casa. ― Espero que no vayas a decirle nada. ― Por supuesto que no, eso es tonto, es que nuestra vida sexual nunca fue así. ― Bueno, tal vez puedes indicarle algunos cambios ―Sugerí. ― No estoy segura, no creo que pueda sacar ninguna de esas cosas en una conversación normal, ― Bueno, siempre podrás mantener el recuerdo. ― Supongo que sí, a menos que… ― ¿A menos qué cosa? ―le pregunté extrañado. ― Bueno, hay otra conferencia a la que debo asistir el próximo mes, tal vez podrías venir de mi ayudante, de nuevo ―dijo mientras sonreía. ― Será un placer para mí. ― Y para mí también ―Y Sara se río. Otro relato ... 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