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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Recordando con Belu
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Tendido en la camilla de masajes, me dispuse a disfrutar las manos de Belu con ella de pie a un lado. Dejó escurrir aceite entre sus dedos, sobre mi espalda y comenzó masajeando mi cuello suavemente.

― ¿Así está bien? ―Preguntó

― Me encantan tus manos ―Respondí.

Tomó mis clavículas entre los dedos y formando pinzas me apretó.

― ¿Estuvo bien aquella noche con Damián?... ―Volvió a preguntarme.

― Si ―Respondí y continué― Recuerdas que habíamos jugado en la piscina...cuando Santiago no se alejaba un centímetro de ti. Creo que a Damián le incomodaba, o tenía el valor para encararme...porque no soy una chica...

― Fuimos a dormir en la misma habitación pero en camitas separadas. Permanecíamos en silencio y en completa oscuridad pero no podíamos evitar oír tu voz, y la de Vicki. Ambas estaban disfrutando mucho, parecía...

Belu deslizaba sus suaves manos por mi espalda y se inclinaba sobre mí. Sentía el roce de sus pechos tibios y continúe con mi relato― De pronto, Damián dijo “No quiero pajearme” Se puso de pie y salió al patio vestido únicamente con sus calzoncillos. Le seguí, envuelto con una toalla ceñida a la cintura y caminamos por el parque rumbo a la piscina, sin hablar. En ese momento había muy poca luz de luna y las luces permanecían apagadas.

― El pene de Damián, aún estando dormido, se abultaba en su prenda interior. Yo imaginaba tenerlo entre mis manos. Y acariciar sus pelotas henchidas de semen.

― Cuando llegamos junto a la piscina, dejé caer la toalla al piso. Ingresé por la escalera a la misma, y lentamente, para permitirle, a Damián, ver mi desnudez.

― Con el agua al pecho, giré la cabeza hacia él y alargando una mano lo invite a entrar.

― Me miró sin decir palabra. Hizo deslizar el calzoncillo por las piernas, hasta el piso, y fue hacia la escalera. Bajó lentamente, hasta que el agua tocó sus pelotas. Se detuvo y suspiró.

― Alargué un brazo y tomé su verga. Aproximando mi cabeza a su pelvis, succioné el miembro que crecía. En dos minutos llegó a su plenitud de volumen. Duro como un cilindro de madera y caliente como una brasa que apenas contenía mi boca…

― Abracé su cuello y lo sumergí hasta los hombros. Él rodeo con sus brazos mi espalda y se juntaron nuestros vientres. Su verga levantada aprisionada entre nosotros latía. Estaba menos pudoroso, quizás por la intimidad o por sus hormonas de macho.

― Damián me ayudó a trepar al borde de la pileta. Tendido sobre la toalla boca arriba yo, el desde la pileta jaló mis pies. Los apoyó sobre sus hombros y hundió su cara entre mis piernas. Llenó de saliva y lamió insistentemente toda mi intimidad.

Belu, aplicaba aceite sobre mis nalgas y entre la hendidura. Sus dedos se deslizaban raudamente sobre ellas moviéndose en círculos mientras yo recordaba aquella noche.

―La sensación de entrega que me invadió fue tremenda. Creo que en tres minutos, mi ano ya estaba dilatado, y deseoso de sentir muy adentro la verga de Damián luego de sentir sus labios y su lengua.

― Sus dedos jugaban entrando y saliendo, hasta que me arrodille brindándole lo que deseaba.

― Sentí cuando apoyó el glande en mi puerta y con dos empujones entró todo, causándome un poco de dolor. Sensación encontrada con el placer que me brindaba sentirlo en mí.

― Con un vaivén de meter y sacar un par de minutos. Luego sujetándome muy fuerte por las caderas y pegando mi culo a su mata poblada de vellos, dejó fluir todo su semen.

Belu se rió y añadió― ¡Que divino te habrás sentido! A mí me encanta cuando mi pareja termina en mi culo… ―Dijo mientras llegaba con el masaje a las pantorrillas y los pies.

Yo continúe contándole― Luego de quitarme, con un poco de agua la lefa que salía de mi ano. Damián también se limpió un poco el miembro ya blando.

― Nos tendimos sobre la toalla en el césped y quedamos mirando el cielo nocturno. Permanecimos así, casi sin hablar, por más de treinta minutos. Él había pasado un brazo por debajo de mi cuello. Yo le acariciaba el pecho y deslizaba mi mano hasta su vientre. En unos minutos más, su pene estaba recobrando su rigidez.

― Me pidió que lo montara a horcajadas. Me puse sobre él y mirándolo a los ojos, comencé a cabalgarlo, sentándome y levantándome un poquito sobre su vientre y moviendo mi cola sobre su mata de vellos púbicos.

― Damián, tomó con una mano su herramienta y la deslizaba entre mis nalgas. Muchas pasadas de su glande del que brotaban gotas viscosas y mi ano dejando salir aún algún jugó, fueron la combinación perfecta para que entrara aquel trozo sin dificultad.

― Luego de hundirlo en su totalidad, poniendo sus manos en mi cintura, con movimientos de sube y baja de su pelvis, inicio un mete y saca violento, e interminable. Me dejó sin reacción con el ano ardiendo. Tendido sobre él, que me aplicaba la segunda dosis de lefa caliente.

― Descansamos unos minutos y nos fuimos a dormir exhaustos.

Belu sonreía y dijo― ¡Gírate!

Nos quedamos de frente y Belu exclamó― ¡Tenés un poco de erección y estás mojado!

Me reí., es tan lindo recordarlo.

Rober.

 

 

Belu y Viki

Viki y Belu son dos amigas íntimas que comparten vivienda, secretos y cama. Posiblemente saben que Claudio y Rober son novios y acuerdan pasar cuatro días feriados en un apartamento en Mar del Plata. La intención era disfrutar de la playa y de todo cuanto les divirtiera y del sexo como se fuera dando.

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