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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Inauguración de la piscina
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El buen clima y una sucesión de días cálidos fueron el pretexto ideal para que Carlos nos invitará a la inauguración del uso de la piscina en temporada estival. Claudio, Vicki y yo iríamos su casa y de acuerdo con lo dicho por Carlos, allí se sumarían Paula, Edgardo, Axel con su novia Jésica.

Para Vicki, todo era nuevo, no conocía el lugar ni a Carlos. Tampoco conocía a Edgardo, Paula, Axel y Jésica. Le hablé de ellos y de Paula, únicamente no conocía a Jésica.

El dueño de casa estaba encantado con nuestra asistencia a su miniparque nudista con piscina. Además, como todos somos amigos con derecho a roce, el encuentro puede ser de alto voltaje erótico.

Durante el viaje de ida, imaginaba como sería el estar con mis amigos.

En la última comunicación telefónica que habíamos tenido, Paula me dijo que estaba ansiosa por tener las manos de Carlos sobre ella. También dijo que Edgardo soñaba con hacerlo conmigo.

Apenas llegados, saludamos con besos y abrazos a quienes nos esperaban. Pero sorpresivamente Axel, el hermoso chico alto, con mucho pelo en brazos y piernas, había acudido solo. Jésica se sintió mal y decidió no exponerse al sol, dijo él. Así que, el grupo de amigos quedó conformado por cuatro hombres y tres chicas.

― Lo esencial es divertirse. Podemos disfrutar el parque, la piscina y la libertad de la desnudez en nuestra piel, ya propondré algún juego para que podamos participar todos y ligar... ―dijo Carlos.

Las tres chicas fuimos a la habitación de huéspedes para cambiarnos de ropa.

Vicki es alta y delgada, su piel es suave, su cabello liso castaño claro, su melena mediana, y perfectamente depilada total, al igual que Paula y yo. Se puso un diminuto bikini y corpiño marrón con reflejos cobrizos.

― ¡Eres muy alta! ―Le dijo Paula que agregó― Belu y yo parecemos las hermanas, enanas a tu lado.

Mientras cambiaba el pantalón optó por un bikini verde tan pequeño que si separaba un poquito las piernas dejaba expuestos los gorditos labios de su vulva. Desde atrás un breve triángulo de tela se hundía entre sus nalgas.

Yo llevé para esa ocasión, un bikini fucsia también pequeño, con tiritas de atar a los lados que caen desde un moñito sobre mis caderas. El sostén es transparente, con dos círculos de tela de color que cubren mis pezones.

Luego de aplicarnos abundante aceite bronceador, salimos a la galería. Ellos estaban conversando junto a la parrilla y bebiendo. Carlos giró la cabeza para mirarnos y se acercó con una bandeja portando tres vasos servidos con Gin-tonic y hielo. Lo vi bajar la vista hacia el triángulo de tela verde entre las piernas de Paula.

Los otros tres nos aplaudieron y vivaron nuestros nombres, festejando la ocasión de encontrarnos. Las tres movimos las caderas en gesto de agradecimiento y continuamos meneando el culo cuando ingresamos al parque. Caminamos, riéndonos de ellos que quedaron mirando hipnotizados y con erecciones.

El sol al mediodía llegaba casi verticalmente sobre nuestras cabezas. Cuando llegamos a la piscina introduje un pie en el agua que estaba templada.

Pedí a Vicki que sostuviera mi vaso con Gin-tonic para liberar las manos y quitarme el sostén. Paula sonrió, luego me pasó su vaso y también liberó sus pechos. Me veo ridícula con este sujetador, ante ustedes―dijo Vicki y se lo desabroché y bajé.

Las tres movíamos alegremente nuestras tetas festejando su libertad.

Continuamos charlando sentadas al borde de la piscina y Vicki preguntó― ¿Debo quitarme el bikini para entrar al agua?

― Si, es un ritual de Carlos ―Respondí― Pero no te preocupes, todos estaremos en igualdad de condiciones. Luego de unos minutos de estar entre desnudos todo fluye con naturalidad y es hermoso.

Paula miraba su bikini que dejaba ver parte de sus labios gorditos y dijo― Se ve un poco, pero estamos entre amigos y pronto verán todo. Cuando vaya a la playa quiero agitar a los sementales, a los pajeros y a los mirones.

― Estoy segura querida Paula, que en la playa pronto encontrarás un tío que tenga con que abrirte en dos ―Le respondí― Luego tú decides.

Paula, se rio maliciosamente quizás pensando en lo que yo acababa de decirle.

Vicki se veía hermosa, su bikini tostado con destellos de bronce apenas le ocultaba el sexo. El color parejo de sus largas piernas y brazos delicados, sus senos medianos, el culo también de color parejo y su tersa piel eran tentación y deleite para el hombre que la mirase.

Luego de mojar los pies y antes de dirigirnos hacia la casa, Paula le dijo a Vicki que el chico alto llamado Axel sería un lindo compañero para ella.

Vicki sonrió y dijo― No sé si se fijará en mí, ellos son cuatro y nosotras somos sólo tres.

― Creo que Carlos vendrá por mí y Edgardo por Belu ―pronostico Paula― Alex y Claudio competirán por ti.

― Me encantaría que compitiesen por mí, pero me apena que uno quede marginado ―Dijo Vicki.

Continuamos caminando, llevando los sostenes colgando de las manos. Yo sentía el sol incidiendo en mis pechos, calentando la sensible piel de mis aureolas y pezones.

― ¡Que delicia verlas llegar! ―Dijo Carlos acercándonos una bandeja con sándwich de miga y vasos con jugo de fruta y vistiendo nada más que una sunga negra ajustada, cubriendo su generoso sexo y sus pequeñas nalgas.

Edgardo también se cubría con sunga negra que marcaba un montículo de buen porte por debajo de su ombligo.

Axel, vestido con un short playero celeste y holgado no marcaba nada de lo que cubría. Únicamente llamaba mi atención la pelambrera de su pecho y una línea central de pelos continuando por su vientre hasta perderse bajo la tela de su short.

En un viaje anterior que acompañe a Elisa conocimos con Alex que estaba estado cortando el césped, Carlos lo invitó a quedar todo el día a fin de que yo estuviera acompañada. En esa oportunidad me deleité montando sobre los hombros de Axel y esa tarde tuvimos sexo, aunque fue breve. Ahora estábamos nuevamente en casa de Carlos y el recuerdo me llevó a desearlo nuevamente.

Luego de tres rondas de sándwiches y cerveza, ya estaba acalorada y con deseos de orinar. Fui al baño y percibí lo mojada que estaba, además sentía un leve hormigueo en la vagina. Me miré las tetas reflejadas en el espejo y deseé tener las manos de Axel en ellas.

Afuera en la galería los hombres comenzaban a ir hacia la piscina mientras Paula y Vicki, también iban al baño. Carlos llevaba un recipiente térmico con latas de cerveza y una pequeña bolsa con algún juego de entretenimiento.

Cuando llegamos junto a la piscina cuando ellos ya estaban sumergidos hasta el pecho. Carlos se adelantó a la escalera de acceso y estiró una mano para ayudarnos a entrar. Advertí que aún estaban con las prendas de baño puestas.

Luego que estuvimos nosotras junto a ellos, Carlos dirigiéndose a Vicki dijo― Bienvenida a la pileta nudista, si es tu gusto compartir con nosotros esto. Adelante querida Vicki ―Ella llevó las manos a la cintura para quitarse el bikini y Carlos la ayudó a bajarla hasta los pies. Luego él también se quitó la sunga, lo siguieron los otros chicos, haciendo lo mismo.

Paula y yo también nos quitamos los bikinis y alargamos los brazos para juntarnos en un abrazo múltiple, donde alguna mano se movió hasta tocarme el culo.

Paula me dijo al oído― Me tocaron abajo y yo también toqué algo inmenso.

Mientras hablábamos, siempre estuve en movimiento rozando con el culo a quien estuviera a mi lado. Edgardo buscó la proximidad de mi cuerpo y se puso entre Paula y yo; nos tomó por la cintura y bajó su mano para atenazar mi traste.

― Si las chicas tienen ganas de montar, vamos a jugar, pero montar caballos sin competir―Dijo Carlos.

―Ellas tendrán su caballo por sorteo, pero una de ellas tendrá dos caballos ya que somos cuatro los caballeros―Y continuó diciendo― En una bolsita introduciré cuatro tarjetas con el nombre de cada uno de nosotros, cada chica sacará de la bolsita una tarjeta y ese será su caballo. De los varones uno quedará sin chica. Ese nombre volverá a la bolsa con dos tarjetas en blanco. Cada niña extraerá una, entonces una chica ligará dos caballos.

Las tres nos reímos y nos alistamos ansiosas a extraer nuestra tarjetita.

Mi caballo resultó ser Axel, la suerte estuvo de mi lado. Sentí mariposas en el estómago y fuerte hormigueo en la vulva. A Vicki le correspondió Carlos y para Paula fue Claudio. Sin pareja quedó Edgardo que nos miraba con cara de decepción

Luego, Carlos introdujo dos tarjetas en blanco junto con otra con el nombre de Edgardo y las tres extrajimos una. El último caballo fue para mí. Era mi día de suerte, podía cabalgar en uno u otro al tener dos caballos.

Tenerlos a mi servicio fue delirante. El más bajo me deseaba muchísimo y el más alto ya conocía mi cuerpo, pero quería más y yo deseaba más. Me sentía de maravilla junto a ellos y mientras hablábamos como montaría sobre sus lomos. Acaricié sus pechos y bajé la mano hasta tocar sus miembros.

Axel se inclinó un poco y tomándome desde atrás por las axilas y elevándome sobre su cabeza me sentó en su cuello.

Edgardo se deleitaba mirando mi culo desnudo sobre Axel y también podía ver el culo de su pareja Paula, sentada sobre Claudio. Luego salió de la piscina y caminó alrededor ofreciendo la visión de su imponente verga semi despierta. Paula meneaba el culo restregándose sobre Claudio.

― Mira qué bonito el caballo de Paulita ―Le dije a Edgardo que caminaba junto a Axel, pero no comento nada.

Vicki, en un ángulo de la piscina, estaba rodeada por los brazos de Carlos. Aún no había montado.

Completé una vuelta sobre Axel y le dije a Edgardo que iría sobre él. Axel me llevó sobre su cabeza y me bajó haciendo rozar el culo en su pecho hasta llegar a poner los pies en el piso. Cuando apoyé la vagina en el cuello de Edgardo, tuvo una erección inmediatamente. Estaba sonriente y me sujetaba fuertemente por los tobillos.

Cuando Vicki montó sobre los hombros de Carlos, casi llegaba a tocarle el pene con sus largas piernas. Luego volvieron a entrar en el agua y él a rodearla con sus brazos.

Paula cabalgaba y movía el culo sobre los hombros de Claudio sin importarle otra cosa que gozar el momento de sentir su piel y ligar algo más.

Cuando completamos varias vueltas. Carlos desde el ángulo donde tenía rodeada con sus brazos a Vicki dijo― El juego puede continuar con todo tipo de pedidos de las chicas. Si su caballo cumple lo solicitado puede recompensarlo con algo o no ―Hizo luego una pausa y nos alcanzó latitas de cerveza.

Los chicos se sentaron al borde de la piscina con los pies hacia adentro. Vicki se acostó sobre una toalla doblada y apoyó la cabeza sobre regazo de Carlos. Lo mismo hizo Paula, apoyando la cabeza sobre el sexo de Claudio. Yo me acosté apoyando el traste sobre los muslos de Axel y la cabeza sobre el sexo de Edgardo que estaba sentado a su lado. Inmediatamente sentí el crecimiento de sus miembros, uno debajo mi trasero el otro bajo mi cuello.

Edgardo llevo una mano hacia mis tetas y jugó con los pezones. Axel con su mano, grande pero suave, cubrió mi pubis y acariciándome muy suavemente los labios de la vulva. En pocos minutos mi cuerpo ardía y deseaba urgentemente ser llenada.

A pocos metros, Paula denotaba con sus movimientos estar deseosa de que Claudio se la metiera pronto. Abría y cerraba las piernas con cierto nerviosismo, mirando el grueso y cabezón miembro de su caballito

Vicki trataba de hacerse la difícil. Pero la habilidad y la paciencia de Carlos son de un campeón semental.

Luego de beber mi cerveza, acomodé la cabeza para estar cómoda. La dura verga de Edgardo tocó mis labios y le di un lengüetazo que le sobresaltó. Ante eso, Axel, movió el dedo corazón separándome los muy mojados labios vaginales. Su verga cual si fuera un hidráulico intentaba levantarme el culo. Mi situación era desesperante por la urgencia de sentirme penetrada. Si eso se prolongaba iba a colapsar estallando en un orgasmo. Entonces dije― Mis queridos caballitos quiero ir al baño ¿Quién me lleva?

― ¡Yo! ―Se apresuró a decir Axel.

― Yo te regreso ―Dijo Edgardo.

Axel me llevó hasta la casa sobre sus hombros mientras Edgardo caminaba a nuestro lado. Ambos con una erección a medias. Yo era consciente que les provocaba esa erección y me encantaba. Me sentía realizada siendo deseada por dos hombres al mismo tiempo y me pregunté cómo premiarlos.

Llegamos a la galería y Axel continuó cargándome hasta la puerta del baño. Luego se dejaron caer sobre dos sillas del comedor a esperarme.

Oriné, luego me metí bajo la ducha y los llamé diciendo― ¿Quieren refrescarse un poco conmigo?

Acudieron ambos y sus penes se levantaron inmediatamente al ver ellos mis senos firmes con los pezones duros; y quizás también un poco hinchados los labios de mi sexo.

Me incline para chuparle la verga a Axel y Edgardo se arrodilló por detrás y hundió su cara entre mis piernas lamiéndome toda. Chupando todo desordenadamente con fuerza, me hacía temblar y gritar de gozo.

La explosión de un orgasmo me inundó y Axel me llenó la boca con su exquisito néctar almizclado, mientras yo empapaba la cara de Edgardo con mis jugos.

Quise ponerme de pie, pero Edgardo me empujó la cabeza hacia abajo para que levantase el culo y me clavó su verga, de una y a fondo desde atrás. Dando una andanada de golpes profundos con su falo duro y muy caliente. Tuve otro orgasmo mientras se vaciaba en lo profundo de mi cáliz.

Nos reincorporamos y volví bajo la ducha para quitarme el semen de Axel pegado a mi barbilla y tetas y también limpiar mi babosa vagina.

Nos besamos y nos reímos; éramos felices por haber sucumbido ante el deseo, sin reprimirlo

Axel se sentó sobre la tapa del retrete para reponerse. Cuando su verga comenzó a levantarse lo monté a horcajadas. Tomándome por sus hombros me moví sobre él. El roce de su pelambre en mis tetas y vientre me enloquecieron y me moría por sentirlo muy adentro. Su dura verga se movió entre los labios de mi vulva. Tocó el clítoris con la piel tersa de la punta de la verga, me estremeció algo similar a una descarga eléctrica y suavemente comenzó a metérmela sosteniéndome fuertemente por el culo, haciendo que mis nalgas se asemejasen a un libro abierto, ofreciendo la visión completa de mi capullo marrón a Edgardo. Mientras me hacía subir y bajar sobre su grueso mástil, duro y caliente, Edgardo me lubricaba el ano con sus dedos resbaladizos. Creo que también se lubricaba el pene.

En un momento, cegada por la lujuria le pedí a Axel― ¡Abrime bien caballito mío, quiero ser tu yegua!

Axel se acostó en el piso del comedor sobre una toalla y lo monté a horcajadas, permitiendo que me clavase la totalidad de su grueso miembro. Sosteniendo con sus manos mi culo me hacía subir y bajar sobre su mástil arrancándome quejidos de placer. Haciendo que casi el sentido perdiera y convulsionara estallando en un orgasmo.

Cuando su pene se ablandó, apoyé mi cara en la suya y con las piernas recogidas elevé un poco el traste mientras Edgardo me acariciaba y lubricaba el hoyuelo marrón. Luego, de rodillas a mis espaldas, alineo la verga en mi capullo y empujó. Tanto era mi deseo que no advertí que no entraba con un dedo, sino con su duro pene.

Fue una sensación rara pero no desagradable estar ensartada por el culo haciendo un sándwich triple. No tenía control sobre los músculos vaginales. Mi vulva estaba muy dilatada e inflamada. Ni tenía control sobre el esfínter para ceñir el miembro de Edgardo.

Axel casi no se movía, únicamente Edgard me la sacaba unos centímetros y volvía a empujar. Yo no podía hacer ningún movimiento, pero lo sentía muy adentro. Ambos me habían metido sus vergas, calientes como brasas, hasta la empuñadura. Cuando noté la rigidez del cuerpo de Edgardo oí el sonido gutural de su garganta y noté las contracciones de su verga. Lloré feliz temblando y mordiendo el cuello de Axel mientras Edgardo se vaciaba en mí. Los dos se vinieron dentro de mi y lloré feliz temblando sobre Axel y debajo de Edgardo

Salí acalambrada de esa posición y no podía mantenerme en pie, escurriendo semen y mis fluidos por los dilatados agujeros que lentamente fueron volviendo a su estado natural luego de lavarme bien y volver de regreso a la piscina, sin montar porque mis caballos no tenían fuerzas para cargarme.

Belu.

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