Vigile las fechas de caducidad y condiciones de
almacenamiento (temperatura, humedad, etc.) de los alimentos.
No mantenga, ni siquiera en invierno, los platos
elaborados a temperatura ambiente.
No deje enfriar lentamente los platos ya
cocinados.
Mantenga los alimentos perecederos en
refrigeración (05ºC) o congelación (-18ºC) hasta el mismo momento de
utilizarlos.
Si se ha descongelado un alimento desde la
compra hasta llegar a casa, consúmalo con la mayor rapidez o refrigérelo para cocinarlo
horas más tarde.
Asegúrese que la temperatura del
frigorífico
sea la adecuada (entre 0 y 5ºC). A esta temperatura se detiene la multiplicación de la
mayoría de microorganismos patógenos.
Si quiere cocinar o recalentar un plato, el
centro del mismo ha de alcanzar los 65ºC, debido a que estas temperaturas no permiten el
crecimiento microbiano. El baño maría resulta indicado para
elaborar determinados platos o para mantener alimentos calientes, pero no para recalentar
o cocinar como sistema general.
Caliente sólo los alimentos que vaya a consumir.
Evite la contaminación cruzada separando los
alimentos crudos de los ya cocinados (en el frigorífico, los crudos abajo y los cocinados
arriba).
El frigorífico no ha de estar muy lleno, para
que el aire frío circule bien.
Organice las baldas del frigorífico por grupos
de alimentos (leche
y lácteos, carnes, frutas y
verduras, platos cocinados ).
Los platos cocinados que vaya a refrigerar o
congelar, enfríelos rápidamente.
En los platos elaborados que no vaya a consumir
de inmediato, conviene que:
el centro del alimento se mantenga a 65ºC,
debido a que a estas temperaturas no crecen los gérmenes.
Se conserven en el refrigerador o nevera a temperatura
inferior a 3ºC un máximo de 5 días.
se congelen con la seguridad de que la
temperatura del congelador alcance los
18ºC. Así, se conservan hasta 4 meses.
Las ensaladas que contengan productos proteicos
(pollo, jamón, queso, atún, ...)
deberá mantenerlas en el refrigerador hasta el momento de su consumo.
Mayonesas, salsas, cremas y natas,
constantemente en refrigeración. Y conviene que se consuman no más allá de 24 horas de
su elaboración casera.
Lave minuciosamente los vegetales crudos, con
agua potable y unas gotas de lejía durante unos minutos. Y aclare bien.
Si come fuera de casa, asegúrese de que los
alimentos estén bien cocinados; el huevo de las tortillas u otros platos bien cuajado, la
carne bien hecha, etc.
Mantenga una correcta higiene personal, y vigile
la higiene del lugar donde cocina y de los utensilios que utiliza.
Los animales no deben estar en la cocina. No
olvide lavarse las manos después de tocarlos y no fume cuando esté cocinando.
Cambie los trapos de cocina usados y las
servilletas con frecuencia aunque no parezcan sucios.
No barra la cocina mientras haya alimentos
expuestos, o añada agua al suelo para evitar que se levante polvo.
No mantenga próximos alimentos
o utensilios de cocina y productos de limpieza.
Tenga especial precaución con
cuchillos y otros utensilios cortantes. En caso de producirse una herida,
lávela con abundante agua, desinféctela, proteja la zona afectada y
cúbrala con un elemento que impida el contacto directo o indirecto con los
alimentos o utensilios de cocina.
Si tuviera alguna afección
cutánea utilice guantes de látex para cocinar, utilizando un par nuevo de
cada vez si ello es posible; si no lo fuera, antes de quitárselos, lávelos
como si se lavara las manos, utilizando un jabón o detergente con poder
desinfectante como la lejía.
La ropa a utilizar en la
cocina debe de estar siempre limpia y a ser posible, utilizar delantal y
gorro o redecilla que impida la caída de cabellos sobre los alimentos.
Mantenga escrupulosamente
limpia la cocina, con especial atención a las superficies de trabajo y al
suelo.