La Página de Bedri
Relatos prohibidos Puta de mi tío
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Querido Bedri: Ya te había contado que mi relación sexual con el tío del pueblo empezó un fin de semana que necesitaba descansar de tanto sexo; a veces lo hago, fin de semana de monja lo llamo. Aunque de monja tengo bien poco y esos fines de semana mucho menos. Acepté una vieja y reiterada invitación para ir a su casa. Ya sabes que acabamos follando mucho y bien. Mi tío tiene una polla enorme y sabe usarla para hacerme enloquecer de placer. Disfruto mucho haciendo el amor con él. Cuando llego, el viernes, me desnudo y follamos en el salón o en la cocina, antes de cenar. Por la noche volvemos a follar en la cama y agotados y sudorosos nos dormimos abrazados. Me corro mucho, me mojo mucho, cambiamos mucho de postura. Son polvos larguísimos. Las mañanas de los sábados y de los días laborables que paso de vacaciones solemos empezar el día con una mamada mientras desayuna. Si quedo sola y no hace buen tiempo, me quedo en casa haciendo las labores domésticas, completamente desnuda esperando su regreso. Cuando calculo que falta poco para la vuelta, me doy un baño perfumado, me acicalo y le espero sobre la cama con las piernas bien separadas. Dice que le gusta mucho que me abra de piernas como una puta. Y a mí me gusta ser su puta. Me gusta que me lo llame. También dice que soy un zorrón y que soy su sobrina puta. Todo me excita mucho, pero solo cuando el me lo llama. Si hace buen día o parece que no va llover, o nevar, salgo a pasear. Lo hago cómodamente vestida. Lo habitual, el sábado por la mañana, u otro día, es ir hasta el cercano pueblo, vivimos en una casa un poco aislada, para hacer la compra, a veces alguien se ofrece a acercarme. Según mi tío los zorreo. Y alguna vez es verdad, con alguno de ellos, de mi misma edad y a quien conozco desde mis vacaciones de niña, me he acostado; algún polvo eché con algún antiguo compañero de juegos. Para su sorpresa y para la mía, que resultaron folladores más que notables. Es lo que tiene la gente de campo. Mis los orgasmos fueron más que excelentes, ruidosos y muy mojados. Eso si, siempre con condón, que mi tío tiene que follarme bien limpita por la noche. Al primero que follé, fue al hijo de la mujer que ayudaba a mi abuela a cocinar cuando estábamos toda la familia en el verano. Había sido un chico escuchimizado, delicado, de piel blanca casi transparente, callado hasta la exageración; tenía, y tiene, los ojos grandes, curiosos, negros y profundos. Por decirlo de alguna manera, éramos casi iguales. El tan tímido y poca cosa y yo una niña feúcha con la que nadie quería nada. Así que muchas veces acabábamos juntos en cualquier rincón, uno al lado del otro, sin hablarnos y sin siquiera mirarnos. Al crecer, creo que empezamos a sentir algo, yo al menos, pero desconozco la razón porque nunca ni nos miramos. Le encontré al salir del supermercado, yo cargada con la compra, él entrando en su coche. Accidentalmente cruzamos las miradas y nos reconocimos. Tras el intercambio de las protocolarias efusiones de rigor se ofreció a llevarme, evidentemente acepté. Ya en el coche me dijo que estaba muy guapa y recordó las veces que como te dije antes, habíamos estado callados uno al lado del otro― Vaya desperdicio ―dijo al tiempo que su mano me acariciaba el muslo izquierdo. No necesité más para excitarme y que me entraran unas ganas locas de follar. Supongo que no solo por los sanos aires del campo, ya no era aquel niño tan poca cosa, es un hombretón fornido, alto, fuerte, muy guapo, seguro de si mismo y con un pollón de negro mandinga. Como también descubriría luego, sabe utilizar para hacerme feliz con lo que la naturaleza le ha dado. No intercambiamos muchas palabras, por mi parte monosílabos. Acabamos en un camino apartado, entre árboles cerca del río, lejos de cualquier mirada. Me comió la boca, el cuello, las tetas, la barriga, el coño y cuando me bajó fue para clavarme la polla bien dentro del coño que mojado y perfectamente lubricado comenzaba a estremecerse en orgasmos incontenibles. No sé cómo hizo pero se las apañó para ponerse el condón sin dejar de magrearme y chupetearme. A horcajadas sobre el, tropezando con la palanca de cambios y el freno de mano, tropezando con el volante y la guantera de la puerta, no recuerdo haber sudado nunca tanto dentro de un coche. Fue un polvo para enmarcar. Jadeé, susurré, ronroneé, grité de puro gusto y me corrí, varias veces. No se cuántas, ni las conté ni me importó. Nos quedamos un ratito juntos, abrazados. Yo besándole la frente y el acariciándome la espalda mientras recuperábamos el aliento. Luego nos vestimos, salimos del camino y me llevó a casa donde ya estaba mi tío que nos vio llegar desde la puerta― Un desperdicio no haberte vuelto a ver antes ―dijo mi delicioso follador de pueblo. Luego volveríamos a vernos más veces y a follar pero no siempre en el coche, también en la era de noche, en el pajar por la tarde y hasta en el río, dentro del agua. Resultan maravillosos los polvos en la ingravidez del agua. Tenías razón cuando me los recomendaste. Dejé la compra sobre la mesa de lo cocina y fui a ducharme. Cuando estaba bajo el agua, mi tío apareció en el baño y sin ninguna delicadeza me soltó un― ¿Te has zorreado el hijo de la Juana? ―Dijo mientras separaba las cortinas de la ducha para verme―¿Te ha molestado querido tío? ―le respondí creo que sumisamente. Estalló en una carcajada estruendosa y se sentó en la taza del inodoro mientras yo salía de la ducha y me secaba.― Has hecho muy bien, es un chico muy agradable que le viene muy bien darse una alegría de vez en cuando. No seas mala con él y fóllatelo con frecuencia ―Y me contó con algún que otro detalle los avatares de la vida de aquel chico. Nunca me pude imaginar que aquella sonrisa podría ocultar las dificultades que vivía. Ahora me apetece muchísimo más follar con él. Y lo hago con la aquiescencia de mi comprensivo y alcahuete tío. Lo de alcahuete lo pondría de manifiesto más veces. Me suele decir que si tiene una sobrina puta es para follarla pero que eso no quiere decir que no la follen otros también. Otro de los polvos de estos de pueblo fue bastante similar al que te acabo de contar. Salía del supermercado, precisamente pensaba en el otro encuentro, pero en lugar del chico de ojos negros estaba “el Melenas”, un macarrilla de mis tiempos mozos que nos perseguía en las fiestas toqueteándonos el culo y todo lo que pillaba. Nosotras corríamos falsamente escandalizadas mientras cloqueábamos como gallinitas y nos dejábamos hacer. A mi me manoseó entera detrás del quisco de la orquesta en las fiestas de verano. Culo, tetitas incipientes y coño imberbe fueron objeto de aquel manoseo primerizo; tocó piel en todos los casos. Yo me dejaba hacer más excitada que asustada. Mi acné y mi aparato bucal me hacían lo suficientemente repelente, o repugnante, que yo misma consideraba que nadie me haría lo que “el Melenas” me estaba haciendo. Fue la primera vez que noté esa maravillosa sensación entre las piernas. Para mi fue una novedad que sin llegar a asustarme dejé olvidada hasta que me masturbé por primera vez. Aún desconozco el motivo pero me dejó literalmente con las ganas porque se fue de repente sin decir nada. En este otro encuentro acabamos curiosamente en el mismo apartado camino, pero un poco antes, como si quisiera buscar un sitio menos apartado y le vieran conmigo en el coche. Este no se anduvo con muchos prolegómenos, eso sí, me hizo pasar a los asientos de atrás, debe de tener mucha experiencia en el coche como picadero. Pasé ya desnuda y él se puso fuera del coche el condón, le exigí que se lo pusiera. Entró y me colocó sentada de cara a él, algo que no fue buena idea porque olía mucho a sudor; y el coche a sucio. No sé por qué pero eso me dio mucho morbo, me corrí muy rápido y eso le desconcertó, tanto que se le vino abajo la erección. Intenté remediarlo pero no pude y eso que lo intenté aunque es verdad que no con mucho interés. Olía tan mal que desistí de hacerle una mamada. Prefiero la polla de mi chico de ojos negros que aquella maloliente y escuchimizada pingajilla flácida. También esta vez nos vio llegar mi tío y evidentemente me sonsacó. Se lo conté todo, también lo del mal olor, casi peste. Se rió mucho con lo de la flacidez ― Ha estado bien que tu hayas tenido un orgasmo ―Pero le interrumpí― Dos querido tío, he tenido dos orgasmos ―Eso le hizo reírse aún más de “el Melenas” y exclamar― Me alegro ―Solo dejó de reírse para decirme mientras me sujetaba por la nuca― Lo único que siento es que ese imbécil le haya metido la polla a mi sobrina. Aunque seas puta eres mi sobrina. Aquella noche, después de hacer el amor, le pedí disculpas por lo de la mañana. Me sorprendió pero también me gustó lo que me dijo― Eres absolutamente libre de hacer lo que quieras. Si quieres zorrear puedes follarte a quien quieras las veces que quieras. Solo quiero que seas discreta― le prometí absoluta discreción, ya me conoces y sabes perfectamente que eso lo cumplo. Aquella misma noche, acabamos hablando de sexo, de nuestra vida sexual. Yo le conté algunas cosas, sin nombrar a nadie, nada que pudiera señalar a mis sobrinos ni al tan parecido a él vecino del sexto, ni de Alfonsito que de aquella no me follaba. Solo le mencioné algún amante que ya no tengo y poco más. Solo algunos polvos y pocos nombres. Él me contó que se las apañaba, que una vez al mes se iba con Susana. Le pregunté quién era esa mujer y me lo dijo, es una prostituta que conoció siendo muy joven ella y que la ayudó. Yo entendí que ya no se prostituía pero me explicó que ahora era una prostituta de lujo, de las que cobran cantidades con muchas cifras por hacer lo que yo hago gratis y disfrutando. Prometió presentármela un día. Además creo que, desde esa conversación algo sabe o intuye. Ya que varias veces me ha preguntado acerca de mis sobrinos, uno también lo es suyo. De vez en cuando hace comentarios sobre ellos haciendo de alcahuete. No hace mucho me espetó mientras se la mamaba un sábado por la mañana― ¿Nunca te has zorreado a uno de tus sobrinos? ―Evidentemente no respondí pero insistió― ¿Nunca zorreas con nadie de la familia aparte de mí?― Esperé a que se corriera en mi boca para una vez aseada explicarle que la discreción no solo debe ser una máxima si no también una norma. Asintió pensativo y mientras se subía y abrochaba el pantalón me espetó― ¿Te zorrearías a tu primo? ―Me quedé sorprendida, no esperaba aquello y me explicó, quería que hiciera el amor con un sobrino suyo, primo mío que resultaba, a su entender, un poco corto, parado o apocado, como quieras decirlo y quería que yo lo espabilara― Nadie mejor que una zorra de la familia para hacerlo ―Dudé en la respuesta y continuó― Tu échale un polvo, o los que quieras, pero espabílamelo ―Y continuó― Estáis juntos un fin de semana en esta casa, os dejo solos todo el día, te haces la encontradiza o como quieras y le das la alegría de su vida, se que le gustas― Eso último acabó por desconcertarme aún más. Normalmente no suelo tardar tanto en decidir ante la perspectiva de un polvo pero este es un caso especial. Es un miembro de la familia, ya sé que mi tío y mis sobrinos también pero para mí no es lo mismo. Además, le recuerdo de niño, timidísimo y absolutamente controlado por una madre dominante y mandona. Vestido de negro, silencioso y quieto, como una extensión de la mano de su madre. La abuela siempre hizo lo que pudo para que fuera como sus otros nietos pero mi tía siempre logró impedirlo. Aquel niño lo que no tuvo fue niñez y supongo que ahora tampoco sexo. Esta última reflexión me hizo decidir y cuando mi tío regresó a casa a comer se lo dije. Acepté a follar con mi primo y le pedí colaboración a lo que accedió. Ambos acordamos total disimulo, colaboración y discreción; que el tío permanecería al margen ayudándome desde la sombra. Aquella tarde dormimos una siesta que resultó muy reparadora después del polvo mágico que mi tío me echó. Me hizo el amor como muy pocas veces un hombre me ha hecho. Cuando se lo dije, me pidió que con su sobrino fuera mejor. Le prometí que lo intentaría las veces que fuera necesario. Con mi tío hago poco el amor, solo durante las vacaciones y algunos fines de semana que no son todos los que me gustaría pero es que tengo demasiadas pollas que atender. Pero tampoco le hace mucha falta, no está necesitado de sexo, siempre tiene a Susana cerca. Me apetece conocerla porque sé que le ha hablado de mí. Lo que tiene últimamente es que se me ha vuelto alcahuete. Me propone follar con otros. Con mi primo, mi chico de ojos negros, mis sobrinos y algo he creído oír de Susana. Aunque en este último caso más bien me parece que se trata de un trío, no me desagrada la idea pero no quiso repetir la frase. Dice de mi que soy su puta y es verdad, me tiene siempre dispuesta para follar o mamársela. Con él he aprendido mucho de sexo, he aprendido a mamarla, me ha instruido en la perfección feladora. También mis movimientos pélvicos tienen mucho que ver con sus enseñanzas. Me ha enseñado a moverme para follar mejor, alcanzar más y mejores orgasmos y proporcionar también, todo el placer que mi cuerpo es capaz de dar. Muchas posturas que aprendo con mi sobrino las perfecciono con mi tío. Es uno de los hombres que mejor me folla si no es el mejor. Tiene ritmo, potencia, profundidad, persistencia y conocimientos. ¿Qué más puedo pedir?.
Cartas de QQ es un amiga que nos cuenta su ajetreada vida sexual en forma de cartas, periódicamente nos envía una para darnos a conocer su intensa vida sexual. Discreta como pocas, es una mujer que disfruta del sexo intensamente practicándolo de forma entregada y libre. Dispone de un amplía lista de compañeros de juegos y también de compañeras. Desde sus sobrinos, tío, vecino, amigas, hijos de sus amigas, en definitiva, cualquiera que sea capaz de cumplir sus exigencias sexuales. Van dispuestas según se han ido recibiendo, la más antigua arriba y la más moderna al final, aunque cronológicamente no sigan el orden establecido.
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