2 kilos de mejillones
2 tomates bien rojos pelados
1 trozo de cebolla, siempre dependerá de la cantidad que guste a cada cual
1 pimiento verde no muy grande
1 litro de leche, aproximadamente
5 cucharadas de harina
aceite (mejor de oliva)
Huevos y pan rallado para rebozar
sal

Se cuecen los mejillones hasta que se abran todos y se reparan la carne de las valvas o cáscaras.

Se sofríen, a fuego medio,  el resto de los ingredientes bien picados, hasta hasta que se deshaga el tomate y a continuación, si se desea, se puede pasar por el chino o la batidora para que no queden trocitos de cebolla o pimiento.

A continuación se vuelve a poner en la sartén esta salsa junto con la carne de los mejillones troceada pequeña y unas cinco cucharadas de harina que se va removiendo mientras se añade la leche, calculando la que pueda necesitar. Salar prudentemente y remover hasta obtener una bechamel que se deja reposar hasta que enfríe.

Con este bechamel, se rellenan las valvas de los mejillones que se pasar por huevo batido y luego por pan rallado para freírlos en abundante aceite bien caliente. Se sacan del fuego y se dejan escurrir sobre papel absorbente para que  pierdan el exceso de aceite que tengan.

Se pueden congelar una vez rebozados y antes de freírlos, para ello, se colocan en o una bandeja o plato amplio, separados unos de otros y con el relleno hacía arriba, se introducen en el congelador, durante el tiempo necesario para que congelen, un día aproximadamente, y luego se envasan en lotes en bolsas de polietileno u otro tipo de recipiente de cierre hermético.