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La Página de Bedri
Concejos de Asturias
San Julián de los Prados

 Construida bajo el reinado de Alfonso II (791-842) es alabada por la Crónica de Alfonso III Rotense (año 883) "... por su mucho arte y admirable disposición".

La basílica de San Julián de los Prados, en asturiano Santuyano, es una Iglesia prerrománica de principios del siglo IX siendo una de las muestras principales del arte asturiano. La iglesia está dedicada a los santos mártires Julián y Basilisa.

Emplazada al Norte de la regia sede de Oviedo, conforma un templo de planta basilical, de cabecera triple, tres pórticos, dos laterales y otro ubicado al oeste. Consta de tres naves, la central más ancha y alta que las laterales y un transepto destacado en altura, iluminado por un gran vano abierto en el lado sur y separado de la nave central por un arco de triunfo. Las naves están separadas por arquerías de medio punto de ladrillo que apoyan sobre pilares de sección cuadrada

De notable valor arquitectónico, la importancia trascendental de Santuyano estriba en la conservación de la decoración pictórica interior, sin paralelo en Europa Occidental, por su extensión, grado de conservación y programa iconográfico. La técnica al fresco, los motivos geométricos, vegetales y arquitectónicos y el carácter anicónico del programa, remite a prototipos clásicos pompeyanos del siglo I y modelos de la Baja Antigüedad. La majestad del interior de Santuyano nos permite valorar adecuadamente el nivel cultural alcanzado en la corte ovetense.

Su fecha exacta de construcción no ha llegado a nuestros días, pero se sabe que su construcción fue ordenada por Alfonso II.

Fue declarada Monumento Histórico Artístico en junio de 1917 y Patrimonio de la Humanidad el 2 de diciembre de 1998.

Este monumento estuvo a punto de desaparecer como consecuencia de la contracción de la hoy autopista A-66 en la década de los 70 del pasado siglo cuando la insensibilidad de las autoridades del tardofranquismo provocó que si bien inicialmente seria demolida, finalmente, la vía de alta capacidad queda a escasos metros de la edificación ocasionando graves daños a la cimentación y especialmente  las pinturas del interior.

Arquitectura

Es un templo espacioso que presenta claramente definidos los caracteres propios de este estilo. Tiene planta basilical de tres naves, separadas por pilares cuadrados que sostienen arcos de medio punto y presenta un transepto con un remarcado alzado. El iconostasio, que separa la parte reservada al clero, del resto del templo, presenta una remarcable similitud con un arco triunfal. Destaca de este templo su grandiosidad y su originalidad que se aparta de modelos visigodos. Pero sin duda, lo que más atrae de este templo es su decoración pictórica, con pinturas al fresco siguiendo la técnica bizantina, en tres cuerpos superpuestos, anicónicas, con decoración arquitectónica, de claro influjo romano. Se trataría más bien de un templo monástico y no palatino, si bien se reservaba para el rey una tribuna en el transepto.

Decoración Escultórica

La decoración escultórica que ha perdurado hasta nuestros días se reduce a los capiteles de mármol en los que descansan los arcos de medio punto.

La decoración escultórica se reduce a la arquería interior de la capilla mayor, donde se conservan ocho capiteles corintios reutilizados, de posible cronología visigótica. Son piezas de gran perfección técnica, labradas en mármol, procedentes probablemente de un taller ubicado en Tierra de Campos. Destacan también dos placas de mármol decoradas con hexágonos y motivos florales que han sido reaprovechadas como revestimiento interior de las jambas de la capilla central.

Capiteles de tradición visigótica de extremada perfección en la talla, jambas marmóreas y columnas de extraordinaria labra adornan la capilla mayor. La mayor trascendencia artística se encuentra en la riqueza de su decoración pictórica interior.

Decoración  Pictórica

Única en la Europa de la Alta Edad Media que aún se conserva. Un repertorio iconográfico en el que se representan en tres niveles de altura, motivos de jarrones con guirnaldas de hojas y temas florales variados. Un nivel medio de arquitecturas de tradición clásica, pompeyanas del Siglo I, y un nivel superior presidido por la Cruz con el Alpha y la Omega apocalípticos, semejando gemas y piedras preciosas.

Las bóvedas de las capillas tienen también una exquisita ornamentación pictórica con cuadrados y círculos, referentes simbólicos de lo celeste y lo terrestre. Todo el conjunto del espacio pictórico y arquitectónico de Santullano pretende sugerir la manifestación y presencia de la Jerusalén Celeste bíblica.

La decoración pictórica es el elemento de mayor importancia que se puede ver en la iglesia. Se trata sin duda de la más importante, tanto en extensión, conservación, como variedad de iconos representados de su época en toda Europa occidental.

En las pinturas al fresco se aplica una técnica de tradición romana (sobre capas de mortero de cal y arena se aplican los pigmentos, como una derivación de la técnica romana, para crear los motivos decorativos). El programa iconográfico se encuentra en la nave central y el transepto.

 En primer lugar se encuentra el basamento de las pinturas en las que se puede apreciar una labor de albañilería (mármol y marquetería).

En el registro central hay pinturas en perspectiva con la representación del interior de pequeños edificios.

En el nivel más elevado se ven reproducciones de palacios que se alternan con las ventanas.

En el muro oriental y occidental se representa una cruz (adornada con piedras preciosas y perlas y pendiendo de ella una alfa y una omega que simboliza el poder de Dios como principio y final de todo).

En la parte superior se encuentran los modillones y en el muro occidental y oriental hay unos recipientes paraflores (que proceden de una tradición primitiva).

Aparece un concepto anicónico de la pintura en el que no hay representaciones figuradas y la decoración corresponde al gusto del comitente o mecenas.

Gómez Moreno relacionó este aspecto anicónico con el rechazo de España a las representaciones figuradas, ya que a partir del IV Concilio de Elvira España se declara anicónica.

El edificio también estuvo revestido al exterior, cubriendo la pobreza del aparejo murario. El enlucido exterior de estos edificios ha sido suficientemente atestiguado, por lo que la imagen actual es engañosa: hemos de hacer el esfuerzo de imaginarlos enfoscados y completamente pintados. Hoy en día se debe plantear devolver a esta arquitectura su aspecto originario, especialmente donde se conservan pinturas interiores, por razones de protección y conservación.